¿Buscando imágenes?


¡Qué tarea más árdua! No hablo de buscar en la web sin más, sino de coger la cámara de fotos y ponerse a caminar y caminar en busca de esa imagen tan bonita. Creo que es necesario pasar por la experiencia para realmente comprender que es compleja. La cámara aporta lo suyo, pero espera paciente. El ojo humano es el motor de búsqueda. La imagen, la luz, la perspectiva, lo que puede y no puede captar, y todo lo que sugiere.

Estos días estoy buscando fotos propias para una nueva web. Y me encuentro así. Estoy convencido de que la realidad es bella, que tiene infinidad de detalles que no merecería la pena olvidar. Las sonrisas, los saltos, los encuentros, los abrazos, la íntima conexión con el grupo de amigos, la admiración… Y estoy seguro también de que las personas se dan cuenta de ello y pueden guardar y vivir su recuerdo. Pero es difícil captarlo con una cámara de fotos, en una imagen detener el mundo y atrapar el espacio y el tiempo y esa tercera dimensión personal y social que todo tiene.

Yo seguiré con mi búsqueda. En cualquier caso, buscar ya es importante. Hace estar atento, despierto, fijarse, admirar, desear, corregir, hablar, dialogar, escuchar y, cómo no, obedecer. La obediencia a la realidad, ser consciente de que, quien realmente manda no es quien tiene la cámara sino la misma realidad a la que se llama e invita a detenerse. La obediencia porque marca las pautas, porque se prepara un instante y desaparece. La obediencia porque avisa de lo que va a suceder, pero tan pronto sucede, también se aleja y se esconde. La obediencia que es relevelación y diálogo con el mundo, con el Señor que inspira y domina el mundo, con el Dios que ama sus criaturas y provoca el anhelo del recuerdo, con el Caminante y Creador que ha dejado su huella en cada tramo del camino y del tiempo.

Creo que esta experiencia tiene mucho que ver con la vida religiosa, y la vida escolapia en particular. La escuela es un ámbito con especial vida, donde todo aparece y desaparece, donde los mismos alumnos hacen señas y casi posan para una foto. «¡Profe! ¡Profe! Mírame y dime cómo soy. Dime que estas de mi lado, dime que me vas a enseñar a vivir.» «¡Profe! ¡Profe! Muéstrame en tus fotos, en tus recuerdos, el camino que conduce a la vida verdadera!» «¡Profe! ¡Profe! Es mejor una foto de grupo, todos juntos y haciendo un hueco para los demás, que una foto en la que, para siempre, voy a permanecer solo, sin nadie que me sonría, que me hable, que me quiera.» «¡Profe! ¡Profe! ¿El corazón se puede fotografiar? Ya sé que no. Pero entonces a Dios tampoco.»