De confesión en el metro


No sé cómo sentará esto en determinados ambientes. Algunos se pueden escandalizar fácilmente cuando cuente lo que me ha pasado hoy. Unos porque piensen que esto de la confesión está trasnochado y que no hay que «dar caña» a la gente con el tema del pecado. Y otros porque crean que el metro no es lugar para algo tan sagrado. ¡Qué le vamos a hacer! ¡Éste es nuestro mundo! Pero cuando a un cura le piden confesión, éste está obliglado por su ministerio a prestar ese servicio, en actitud además de servicio, para bien de muchos.

Todo empieza con mucha sencillez. Entro en el metro, y me siento en un vagón. ¡Privilegio! No había demasiada gente. No era una hora de las de máxima afluencia. Algún que otro hueco incluso quedaba por ahí. Pero la actitud que se mantenía responde a lo que ya sabemos: unos leyendo, muchos con música, y la mayoría pensando en de todo un poco o durmiendo directamente. Como voy vestido con cleriman, alguien se acerca y me pregunta: «¿Es usted sacerdote?» Lo que me surge decir es: «¿No se nota?» Aunque lo piensas bien, y tiene razón con su pregunta, porque algunos seminaristas o diáconos también visten así. Respondí con un sencillo «sí». Pero no terminá aquí el asunto. Se sienta a mi lado, y me pide confesión. Yo hago lo propio, y escucho, conversamos amablemente durante unas paradas, y doy la absolución. Reconozco que me impresionó verme metido en semejante circunstancia, que fue un encuentro asombroso, que la persona se fue verdaderamente en paz y reconciliada. Sinceramente, ojalá se vuelvan a producir otros encuentros similares.

Por doquier hay repartidos en nuestro mundo lugares de paso. Bisagras del tiempo y del espacio que cierran ámbitos y abren otros. Se quedan ahí, chupando el tiempo de nuestra limitación de nuestros cambios, de nuestros complejos movimientos, de nuestros desplazamientos, en todos los sentidos. Parece que son irrelevantes. Sin embargo, se me ha despejado la mirada para poder verlos de otro modo. Son necesarios, y convendría detenerse a conocer cómo los estamos viviendo, para qué los empleamos y cómo nos deja su paso por nuestro tiempo y nuestros espacios.

Te propongo una pequeña lista de posibles usos nuevos, y un poco de riesgo para hacer las cosas nuevas cada día, sin dejarse llevar a engaño por lo de siempre. Es posible que estos lugares de paso, en los que parece que ni vivimos ni queremos vivir, y por el contrario nos roban tanto, se puedan transformar en esas visagras esenciales. Por ejemplo, entiendo que pueden ser aprovechados de otro modo si los tomásemos como:

  1. Lugares para la reconciliación. Es el origen del post. La necesidad de cortar para no contaminar lugares con el mal o el daño vivido en otros sitios. En la situación narrada, el paso del trabajo a la casa, con ánimo de llegar «fresco y renovado», sin querer contagiar la familia de algo que no le corresponde y poder abrir la puerta de casa después de vivir el perdón.
  2. Lugares para la serenidad. Para tranquilizarse, para seguir caminando en paz, para no desasosegarse innecesariamente ni ir corriendo a todos los lugares. Ya que el trayecto y el desplazamiento son necesarios, dado que es imprescindible utilizar los «medios» para llegar al «fin», permitir esa bocanada de aire fresco y de limpieza de ideas.
  3. Lugares para el enriquecimiento. Si viviese en cualquier otra parte del mundo distinta al occidente que conozco, no me resultaría extraño hacer camino con desconocidos. Al modo como enseña peregrinar a Santiago de Compostela, saludando a la gente, compartiendo y hablando de inquietudes presentes, pasadas y futuras, y adentrándome en la experiencia de vida de otras personas. En nuestros medios de transporte es muy triste ver cómo los unos se alejan de los otros para caer en el rotundo anonimato sin rostro potenciado por la ciudad. Aquí no nos conocemos, y lo peor de todo, nos somos indiferentes. Si consiguiésemos, con normalidad, abrir otras puertas… llegar a otros corazones… escuchar otras historias… ¡qué riqueza más grande nos espera!
  4. Lugares para la diversidad. Si nos dejásemos contagiar un poco de las diferencias, y de algo más que esta palabra de moda… En los «pasos» siempre está a punto algo diferente a lo mío. Personas con otrros trabajos, con ropas ajenas a mi vestuario, con expresiones y palabras de otros mundos lejanos. Esa nota de diversidad que embellece las ciudades está presente en los lugares de paso de manera permanente o móvil. Y también en los mismos trayectos. Porque la vía más fácil y rápida decimos que es la línea recta. Y aprendemos una ruta que para siempre mantendremos, sin percibir otras posibilidades que hemos dejado a los márgenes y que podemos ensayar.
  5. Lugares para el examen personal. Un buen momento para mirarse a sí mismo y repasar lo que se ha vivido. Hacer examen, tomar conciencia, dejarse interpretar, buscar conconrdancias y coincidencias. Examen sin nota, pero evaluable, revisable, con contenidos diariamente repetidos y en los que poder mejorar. Un viaje, el transporte, ese lugar en el que no me quedaré y que me lleva de un sitio a otro de la vida supone tiempo muy valioso en este sentido. El examen también ayuda a cerrar y clausurar un periodo, y entreabrir otro en el que puedan ser diferentes las cosas de siempre.
  6. Lugares para la creatividad. Una de las tres grandes «b» de la Gestalt se refiere al autobús. Porque parece despejarse y nutrirse la mente en tiempos poco encorsetados. Las ideas fluyen, hay mucha diversidad, el movimiento ayuda… El transporte, como los viajes, parecen lugares propicios para ese punto de conexión con lo que todavía no existe y puede realizarse. Ámbitos de contraste, en contacto con la gente y sus intereses. Seguramente no he sido el único al que le ha venido una idea particularmente importante en un momento en el que no disponía de ningún papel donde reposarla, y he intentado retenerla en la cabeza, a pesar de sus resistencias. Un día a la semana, el viaje de ida al trabajo y del regreso a casa, deberían dedicarse por entero prácticamente a ser más creativos en ambos lugares.
  7. Lugares para la oración. También, y es verdad, que puede ser mediación del encuentro con Dios. Iniciativas al respecto hay en todos sitios. Me gusta especialmente la oración de RezandoVoy, por la actualidad y discrección. Aunque propongo algo más sencilló aún. Una frase, repetida como oración del corazón, desde que salgo de casa hasta que llego donde voy. Ininterrumpidamente, siempre presente. Un viaje de media hora acompañado de una petición al estilo de «Enséñame, Señor, a amar más y mejor», o «Dame paciencia y capacidad de aceptación», o «Muéstrame tu luz, acércame a ella en mis noches». Quizá no todo el viaje, para no cansar. Pero sí en alguna parte especial del trayecto, o al ver algo en concreto, o encontrarme con alguien, o sentir necesidad de ella.

Bueno. Para terminar decir que ha sido un sueño, y sólo eso, la confesión en el metro. Un sueño soñado a propósito, que algún día ojalá se realice. Sin duda alguna aportaría a nuestro mundo mucho más de lo que creemos, esa confesión sencilla hecha por necesidad o para renovarse interiormente, evitando que pasemos de un sitio a otro como si tal cosa, de un ámbito a otro de cualquier manera, de una presencia a otra relación anclados en lo de siempre y pendientes de nosotros mismos. En mi sueño termino diciendo, porque veo el metro muy necesitado de paz y de reconciliación, y pidiendo: «¡Dos curas en cada vagón del metro, ya!» Me sumo a la experiencia, así que si alguna vez me ves, que sepas que estoy dispuesto y a tu servicio.

30 comentarios en “De confesión en el metro

  1. Un sueño la verdad bien hermoso, sueños de los que estamos escasos y muy necesitados en estos duros tiempos en occidente. Sin darnos cuenta en nuestro día a día perdemos muchos momentos buenos para compartir nuestra vida con los demás, solo hay que ver a muchos «vecinos» que se cruzan a diario en un ascensor y no saben que decirse o incluso ni se conocen.

    Me gusta y comparto la idea de que la oración (también la confesión) debe y tiene que salir más alla de los templos o lugares de culto, tiene que estar presente en nuestro día a día, de esta manera estaremos dando TESTIMONIO de una manera más cercana y humilde. Yo que he sido un usuario habitual del tren me encantaba aprovechar ese tiempo en adelantar lecturas pendientes (personales y de estudios) pero algunos días tengo que confesar que me he quedado prendado escuchando historias llenas de vida (llamarme cotilla)

    Quiero darte las gracias por este gran «post» y desear que toda la gente que lo lea comience a vivir una vida que mire más hacia los demás y no tanto a su ombligo. Un saludo!!

  2. Hola padre! me pareció interesantisima tu experiencia y sobre todo, agradezco tu generosidad al compartirla con nosotros…¡Que misteriosos son los caminos de nuestro buen Dios!! no? abrirse por unos instantes en puente entre el cielo y la tierra, entre lo humano y divino a través de tu ministerio en un lugar que mas que insólito, se vio iluminado por la presencia reconciliadora de Jesús, tan vivo como hace mas de 2000 años…Me quedo rumiando algunas frases que me interpelan sobre todo los lugares que propones…¡cuantas veces en lo cotidiano, y mas aun, en aquellos sitios en que «rotulamos» ajenos a la presencia de Dios, pasan inadvertidas, señales que nos indican «es hora de anunciar la Buena Nueva», «esta persona busca a Dios…es por acá, por medio de Jesús» , etc.etc. que si despertáramos y viésemos con los ojos del espíritu siempre hay oportunidad de servir al Reino, siempre!!!! Bendiciones desde Cba, Argentina!!!

  3. Pues ha habido cinco veces en las que yo, apuradísimo de tiempo por Madrid, he pedido confesión a algún sacerdote que me he encontrado por la calle. No es lo ideal, en realidad. Tengo mi confesor. Pero en este mundo rápido y veloz hasta se te olvida en algunos momentos que tienes que confesar. Y una de las veces me sucedió en la Gran Vía en obras, llena de gente. Ver a un sacerdote dando testimonio de su ministerio con el clergyman es importantísimo. Yo no me hubiera confesado (ni me hubiera acordado de Dios en un buen rato) si no hubiera sido por eso.

    Muchas gracias por el blog.

  4. Ave María Purísima Padre!!
    Yo me he confesado en dos ocasiones en el metro… una auténtica gozada!!! Dios está en todas partes y siempre deseando abrazarnos. Descuide que si le veo y lo necesito, le pediré confesión!!
    un abrazo

  5. ¡¡Me ha encantado!! Muchisimas felicidades, muchisimo ánimo y que sean muchos los que se confiesen en el metro, por la calle o en el bus.. igual un día soy yo!

    • Ojalá… Ese mismo día tuve una confesión preciosa, en la sierra de Madrid, en un parque mirando la infinidad del horizonte… ¡Maravilloso a todas luces! El lugar, puede ayudar y lo hace, pero el corazón preparado y deseoso encuentra paz donde se la ofrecen, y acoge perdón en cualquier situación.

  6. Precioso post. Yo una vez me confese en la terraza de un bar, otra vez casi a las una de la sentada al a lada de una fuente en pleno campo(en unas convivencias), otras veces de un lugar a otro en el coche de un mi a migo sacerdote, que vivia lejos del lugar donde vivia, y han sido de las confesiones mas bonitas, donde he sentido una gran paz interior que Dios me ha dado.Sentirme reconciliada con el, de la forma mas natural , mas sencilla , mas cercana.Reconozco que prefiero ese espacio abierto de cercania con el sacerdote y asi con el mismo Dios, que un confesionario donde ni siquera ves al cura, no por eso le quito todo lo sagrado al confesionario¿Cual es el mejor lugar sagrado para la confesion? Creo que lo sagraqdo esta en ese deseo de sentir paz interior y sentir el perdon de Dios.
    Gracias por tus reflexiones.

    • Muchas gracias a ti. Sin duda alguna, comparto tu experiencia. También a mí me ha tocado confesar y confesarme en los lugares más variopintos. Y es una verdadera maravilla acercarse a la Misericordia con el corazón abierto y aproximar a otros a Dios cuando se creen muy lejos de Él. Un don, que agradezco cada día.

  7. ¡¡Gran experiencia!! y muchas felicidades por acercar a Dios en el metro, an el bus o por la calle… y ojalá que sean muchos los que se acerquen al sacramento de la Alegría así, con esa naturalidad… Un abrazo

  8. Me ha encantado, tanto que al final me ha dado pena que fuera un sueño. Pero los sueños se hacen realidad no? Muchas gracias por tu blog y por ser caricia de Dios en mi vida.

  9. Este correo a llegado a mi muro, m alegra mucho q aya apertura de sacerdotes para salir a cumplir con sus deberes y obligaciones adquiridos, en el sacramento del sacerdocio, lo importante es eso,! saber q si pertenece a la Iglesia Catalica Apostolica y Romana, y q el sacerdote asi sea en el metro o en cualquier lugar del mundo siempre use se ESTOLA, para protección del sacerdote y del fiel q se va a confesar ( m disculpan este comentario pero es q hoy en día hay muchos falsos sacerdotes y juegan con la necesidad de las personas) si ud es un sacerdote consagrado! Q DIOS LO BENDIGA SIEMPRE EN CUALQUIER LUGAR DEL MUINDO DONDE SE ENCUENTRE CUMPLIENDO CON SU DEBER. y si no q DIOS se apiade de ud

  10. ¿Que si me ha hecho pensar? Según iba leyendo el post me he visto a mí misma .Es como si lo hubieras escrito después de haberme observado.Es mi momento, mi reflexión, mi no pensar, mi no agobios….Es mi momento personal y digamoslo , mi momento egoísta: sólo mío.
    Hay veces que la gente me pregunta ¿Porqué no vas en coche? ¿Y perderme mi momento?
    Es el único momento en que que puedo encontrarme conmigo misma,con Dios y con los que me rodean , aunque cada uno vaya a lo suyo.
    Ójala pueda encontrarme un día contigo, en mi momento, y de paso me confiesas.
    He de reconocer que este es de los blog más personales para mí, aunque reconozco que es una pena que sea un sueño.
    Gracias.

  11. DIOS ES IMPREVISIBLE…SE HA VALIDO DE TU SUEÑO PARA DECIRNOS QUE ESTA EN TODO..QUE CUALQUIER SITIO O CIRCUNSTANCIAS COTIDIANAS
    INSOSPECHABLES, SON OPORTUNIDADES DE VERDADEROS ENCUENTROS CON EL…GRACIAS.

  12. Pater!!! Si te ve D. Diego Gutierrez Casillas escribir «visagra» en lugar de «bisagra»… te suspende jejeje. Por lo demás, curiosa anécdota ;). Un saludo.

  13. Tengo un amigo cura que dice que lo que ahora se lleva es la coffe-confesion (confesarse mientras tomas un café), él asegura que no le importa, incluso que lo prefiere porque siente que la persona se siente mucho más cómoda en un ambiente cotidiano y de esa manera le es más fácil y natural hacer repaso de los pecados o faltillas personales que comete.
    Y ahora leyendo este post, me pregunto ¿Sería posible la confesión en internet? en chat privados o a través de correos?.

      • Duda resuelta.
        Evidentemente no todos necesitamos lo mismo y por ello lo del coffe-confesión es una opción, como la del metro o la de un parque, lo importante es que la persona que se confiesa se sienta en armonía con el momento y que salga de la confesión lo mejor posible.
        Tu propuesta es genial, pero ¿cómo la llevarías a cabo?

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