Caminante… ¿hacia dónde?


Si yo me encontrara a mí mismo en una encrucijada, en un cruce de caminos, en un lugar frecuentado por calles y paraísos, o sin calles pero con caminos… preguntaría a los demás hacia dónde debo de seguir para alcanzar el lugar de mis sueños.

Si yo avanzase estos días hasta toparme de frente con un paraje inhóspito, con subidas y bajadas de las que rompen piernas, pies, tobillos y rodillas, de esos trechos de la vida que cuesta porque cuesta sin más explicación… preguntaría a un experto caminante qué he de hacer y seguiría sus consejos.

Si me cruzase con alguien que parece regresar sin haber encontrado, o que va en dirección opuesta a la mía porque busca lo contrario… hablaría con él.

¿Por qué no buscar entre la gente alguien que me pueda acompañar? ¿Por qué muchos se empeñan en caminar solos sin «molestias» y con molestias en los pies? Mi compañero no me serviría quizá para nada, o a lo mejor iría gracias a él con otro ritmo, pero sería mi compañero.

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